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(Paúl Verlaine)
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Los sollozos, largos lentos,
de los vientos
en las tardes otoñales,
van resonando en mi alma
con la monótona calma
de los toques funerales.
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Todo lívido y convulso,
obedeciendo al impulso
del quebranto,
de mis antiguas historias
siento llegar las memorias
humedecidas de llanto.
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Y a un viento malo, sin rumbo,
voy marchando tumbo a tumbo
por mi existencia desierta,
como al hálito glacial
de la ráfaga otoñal
la hoja muerta.
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Publicado en: Nuevos Ritos, Nº 73 y 74, de 1º de Octubre de 1910.
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