Darío del Carmen Herrera, nació en la ciudad de Panamá, el 18 de julio de 1870. Hijo de don Lino Clemente Herrera, natural de Vélez, Colombia y doña Juana de la Rosa, natural de Penonomé, Panamá. Se educo con gran esfuerzo siendo autodidacta.
Se desempeñó como secretario de la Alcaldía, durante la gestión de don Francisco de la Ossa. En 1903, debido a nuestra separación de Colombia, fue designado Agente Confidencial en Argentina. En 1904 se le nombró Cónsul en Saint Nazaire, cargo que no pudo ejercer por motivos de salud. En 1908 fue nombrado Vicecónsul en Callao. En 1911 se le asciende al rango de Cónsul General y en 1913 es trasladado a Valparaíso, Chile, con el cargo de Cónsul.
En Perú contrajo matrimonio con doña Elvira Paulsen. De este matrimonio nació su hijo único, Darío Herrera Paulsen.
Su obra, Horas Lejanas, publicada en los primeros meses de 1903 en Argentina, es considerada como el primer libro de cuentos publicado por un panameño. Estaba reuniendo sus mejores versos para ser publicados bajo el titulo “Lejanías Intimas”, obra que no logra publicar. Pero gracias al esfuerzo de su hijo, Darío Herrera Paulsen, la obra es publicada póstumamente bajo el titulo “Lejanías”, en 1971. El resto de su producción: crónicas, cuentos, versos, notas críticas; anda disperso en periódicos y revistas del continente.
Desempeñó una cátedra de Historia de la Literatura en la Escuela Superior de Guerra, en Argentina, labor que abandona por su designación como Agente Confidencial en este país.
Colaboro en distintos diarios y revistas literarias de su época. En Buenos Aires, en La Nación, El Mercurio de América y El Diario; en Méjico, en El Imparcial y El Mundo Ilustrado, en Méjico se destaco por su gran actividad literaria, donde reproduce sus escritos de Horas Lejanas y publica una novela corta titulada Baja la lluvia; en Cuba, en La Habana Elegante y El Fígaro; en El Salvador, La Quincena dedicó uno de sus números a la publicación de sus versos y de retazos de su prosa; y en otros países como Chile, Perú y Guatemala colaboró en diferentes diarios y revistas. En Panamá, su participación fue continua en la prensa y revistas periódicas como Nuevos Ritos y El Heraldo del Istmo. También colaboro en la revista Mundial, dirigida por Rubén Darío.
Rodrigo Miró nos dice de él: Buen poeta y mejor escritor –sus prosas se cuentan entre lo más logrado de nuestra literatura–, tuvo Herrera la pasión del vocablo exacto y bello. “Amaba la frase límpida y cristalina de Flaubert, cuyo espejo quería ser en prosa castellana”, nos cuenta Max Henríquez Ureña. Su afición por las literaturas extranjeras le hizo traductor, y a él debemos la primera versión castellana de La Balada de la Cárcel de Reading, de Oscar Wilde.
Darío sufrió graves dolencias nerviosas. En una ocasión en Cuba su salud empeoró hasta el punto de tener que ser internado en el sanatorio del Dr. Malberty, para enfermos mentales. Se dice que este sanatorio fue el posible inspirador de su narración “Almas Dolientes”. Sobre este particular, Miró nos menciona en la introducción de Lejanías: “Antes de dejar Buenos Aires tuvo su primera crisis. Y no acababa de llegar a París, recién nombrado Cónsul en Saint Nazaire, cuando debió ser internado en una clínica. Lo mismo ocurrió en La Habana, en el viaje de retorno. Max Henríquez Ureña cuenta que se creía perseguido. Y su estado de ánimo distaba mucho de ser saludable a su arribo a México en 1908”.
Murió en Valparaíso, Chile, a los cuarenta y cuatro años, el 10 de junio de 1914, donde se desempañaba como Cónsul de Panamá en ese país.
Lecturas: La personalidad de Darío Herrera, su ideología, su estilo, Impresión sobre su obra “Horas Lejanas”. (Fragmentos)
Herrera es un pintor sugestivo un evocador potente del paisaje. Hay en su descripción riqueza y variedad. Es pintura por asimilación, por unión de detalles sugestivos con tintes delicados, con mimosa delectación de artista. Su imaginación es plástica, enamorada de la visión correcta y del relieve animado que pinta, presenta el núcleo del espectáculo para completar después el cuadro, une el recuerdo a la impresión y busca siempre en la naturaleza la majestad y la opulencia. Nada hay de vago y de esfumado en esas pinturas de la tarde: es una fiesta de color y de luz, una amorosa contemplación de las fuerzas de la vida, que engrandece y decora el cuadro humano.
F. García Calderón,
en El Heraldo del Istmo Nº 16, de 21 de septiembre de 1904.
Mi padre, que vio nacer su Patria y que ayudó a forjarla, la amaba con un único amor; profundo y extenso como el mar que une sus distancias. Amor que sobrevive más allá del tiempo en estos poemas que meditan el dolor de su lejanía. Por eso los publico, no tanto por el deber filial, como por homenaje póstumo y ofrenda venidos de él a las letras panameñas, cuyo parnaso, al renacer su presencia, sentimos reflorecer con la lectura de sus rimas. Ese era su sueño.
Darío Herrera Paulsen,
en la introducción de Lejanías.
Modernista y ecléctico caben en una sola concepción literaria, porque el modernismo es múltiple en sus formas y tendencias. Modernista es Darío Herrera, pero cincela sus versos como un parnasiano, les da gracia y vida, como un naturalista, los engendra en amores aristocráticos, como su Musa reina, y nacen coronados como los príncipes.
Su prosa es pura, suelta, flexible; cuando lo quiere, brillante; cuando lo necesita, sencilla; pero siempre cariñosa al oído.
N. Bolet Pereza,
en El Heraldo del Istmo Nº 3, de 10 de febrero de 1904.
|
|