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Oh! yo lo vi al crepúsculo nocturno
soñar inquieto en las pasadas glorias
de la virtud severa, incorruptible,
del valor indomable en la derrota.
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Lo vi pensar en las futuras dichas
que ambicionó su corazón patriota;
y allí evocar de los antiguos héroes
la legendaria y colosal memoria.
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Lo vi soñar en su pasión de fuego,
con los anhelos e inmortal corona,
en el amor inmaculado y triste,
en el amor de su esperanza loca.
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De angustia lleno, por su fe marchita,
en la tristeza devoró las sombras,
con que su alma provocó la muerte
en la tremenda y funeral congoja.
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Y sólo, mudo, impávido y sombrío,
en lo postrero de la noche lóbrega,
cayó en silencio, y su fatal estrella
mostróse fiera, inexorable y hosca.
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¡Cayó en el seno de la muerte el héroe!
el visionario destrozó las mofas
con que el destino sublimó sus penas
en el combate de pasiones broncas.
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Vencido, al fin, se entregará al olvido;
y allá en la quieta eternidadignota,
habrá virtud incorruptible y magna
y blanco en sueño de supremas glorias.
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Y dulces auras rozarán las yerbas
que cubrirá la solitaria fosa,
y bajo el peso de una tierra ingrata
la esperanza inmortal será su antorcha.
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Publicado en: Don Quijote, 21 de septiembre de 1899.
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