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Fiebre
por Simón Rivas

(A Luis Baruco)

Llevar la frente siempre oscurecida
por un oculto y triste pensamiento,
pensar, y sentirse devorado
por un afán incomprensible, eterno,
buscar la dicha
y encontrar deshecho
lo que soñó la inspiración ardiente,
y entregarse a placeres de un minuto
que será un siglo en el dolor acerbo;
luchar, y ver la sangre de la heridas
salir a chorros del altivo pecho,
y no tener gemidos que interrumpan
de las sombras el lúgubre silencio;
agitarse en eterna incertidumbre,
alzar las manos de dolor al cielo;
dormir y sentirse desgarrado,
despertar y encontrase en un desierto;
ver a distancia la espumosa copa
de eterna dicha y de placer eterno,
y no poder llevarla a nuestros labios
ya por la fiebre cárdenas y secos,
sin fe, sin ilusión sin esperanza,
muerto el pasado, el porvenir incierto,
y oír la sangrienta carcajada
que lanzan los demonios del infierno,
tal le sucede al soñador iluso
cuando el engaño desgarró su pecho.

Venid vosotros de la edad pasada,
¡oh! De la infancia imágenes de fuego,
y las marchitas sienes de los bardos
refresque vuestro aliento;
broten sonora, las robustas notas,
del inspirado plectro
y giman y suspiren temblorosas,
las cuerdas del arpa en nuestros dedos;
ornad de rosas, mirtos y violetas
la brillante creación del pensamiento,
y del poeta en su dolor profundo
el Alma levantad en el silencio,
y cuando todo en la sombra de la noche
vaya a ocultarse entre su oscuro seno
y perdida en las tinieblas de mi alma
me ahogue la impotencia entre mi pecho
cuando ansiando paz; torciéndome las manos
con sorda angustia en el dolor supremo
contemple a la luz de las estrellas
y de la luna al pálido reflejo,
exista para siempre mi esperanza 
y consumido mi amor el fuego,
cuando el embate de la mar que gime
o a los gemidos lúgubres del viento
escuche en el espacio tremebunda
la voz querida de un adiós eterno,
para entonces ¡Ah! Sólo para entonces,
¡Oh! De a infancia imágenes de fuego
circuidas de auros resplandores 
os aguardo por siempre en mis recuerdos.


Publicado en: El Aspirante, 18 de abril de 1891.


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