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Ana Rosa de la Torre, por Simón Rivas
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A la negrura dulce de sus ojos,
a su ondulante endrina cabellera,
estrofas rimaré.
Y de su tez morena a los sonrojos,
envidia de risueña Primavera,
un lauro buscaré.
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Lauro para su sien virgínea y pura
que una musa gentil exornaría
con flores del Cedrón,
para su amable faz que la ternura
ilumina gozosa, como un día
de dicha y de pasión.
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Y cómo al verla una emoción alegra!
canéfora, vestal, llena de vida,
encanto y juventud,
que bajo el arco de sus cejas negras
irradia la bondad enflorecida,
feliz de excelsitud.
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Que como de una selva en el follaje,
sienta de blancas aves el sonoro
rumor de un madrigal
que en sueños mire de ilusión el paje,
que la lleve feliz en cofre de oro
la rosa pasional.
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Publicado en:
El Heraldo del Istmo, Nº 36 de 30 de junio de 1905.
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