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Que sientes frío. Señora? Espera que ya viene
soberbio en su cuadriga
el que dará calor.
Aquel que vimos juntos en el sangriento ocaso.
con manto de escarlata
cual gran emperador.
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Si temes del invierno los gélidos ultrajes
cubra tu cuerpo blanco
el suave y tibio chal.
Y si calor te falta sobre tu seno estrecha
el verbo iridiscente
de mi alma pasional.
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Por distraer tus horas de helada y mucha calma,
referiré a tu oído
la historia de un halcón:
Daré a la forma tersa matiz de primavera,
seré en el fondo breve
con algo de escultor.
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Dirás que sueño al raso con imposibles áureos,
con mar, espacio y tierra
que aléjanme de ti:
Me plegaré a tu empeño, pero sabrás la historia
que es gran literatura
que en sueños aprendí.
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Sabrás lo que me agita, sabrás lo que me abruma
en loca hemencia ardiente,
en loco y rudo afán:
Lo que en amarte sufro, lo que en pensarte sueño,
y aquello que no digo
porque lo sabes ya.
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Es ave del deseo mi corazón doliente,
que amarás si te cuento
la historia de un halcón:
Porque era un ave triste, y un ave solitaria
que dialogó con Helios
que en fuego la exornó.
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Creerás, gentil señora, lo que me dijo un día
al escuchar tu nombre
de gloria, amor y prez?....
Que tú eras imposible tesoro de esperanza,
capricho de los hados
la flor de la altivez.
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Que sientes frío, señora? Espera que ya viene
soberbio en su cuadriga
el que dará calor,
Aquel que en los espacios alumbrará mañana
tu dicha y mi desdicha,
mi trova y mi pasión.
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Publicado en:
El Heraldo del Istmo, Nº 30 de 30 de marzo de 1905.
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