|
Vestida de blanco estaba; en el féretro
más blanca parecía:
¿Quién dicen la mató? ¡Nadie lo sabe!
Sólo recuerdan que al graznar de un ave
un hombre entre la sombra se movía.
|
¿Algún amante rudo y sanguinario
acaso no sería?
¿Alguno que la viera tan hermosa,
siendo envidia del alba y de la rosa
y ardiente de pasión la mataría?
|
Un mago formó un harpa de su cuerpo
que nadie tocaría,
y de un granado en flor en la pradera
colgóla misteriosa en donde fuera
vista por el que iba o que venía.
|
Y mustia y silenciosa estuvo el harpa
que nadie sonaría,
hasta una tarde que vibró estallante…
Y todos contemplaron al instante
al hombre que en la sombra se movía.
|
Publicado en: El Heraldo del Istmo, Nº 57, 15 de mayo de 1906.
|