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P- Quién, dí, te indujo a caminar
por este empedrado lunar?
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R- Quien me desvió del sentimiento
esencial, eterno y terrible,
por decir el son inaudible
de los pasajeros del viento.
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P- Quién te indujo a simbolizar
el fruto prohibido del mar?
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R- La serpiente azul y sin nombre
del silencio, del maldecido,
que todo lo arroja al oído
ay! del desamparo del hombre.
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P- Y quién te ha enseñado a cantar
lo que nadie debe escuchar?
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R- La soledad que hay en los puertos,
(en los que nací derrotado)
en noches sin fin, me ha soplado
este hondo cantar para muertos.
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P- Sabes cómo he de castigar
al que rompe los diques del soñar?
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R- Destiérrame al lugar que quieras,
a cualquier infierno profundo,
que no hay castigo en ningún mundo
que yo no me lo mereciera.
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Del libro: Voces y Paisajes de Vida y Muerte.
Segundo Premio Nacional de Poesía,
en el Concurso Literario Ricardo Miró. 1948.
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