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Dejad que de su cáliz emerja la corola
el perfume sutil, como un divino aliento;
dejad que de su pico desflore dulce acento
el ave, y forme iris en su espuma la ola.
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Dejad la verde umbría suspirar como viola
bajo la inspiración de ese músico: el viento.
Dejadlos. Es su sino, bajo del firmamento,
y es su sino dar lumbres el astro que arrebola.
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Y no digáis al vate que enmudezca la lira,
la que, por siete cuerdas, incesante suspira,
y que empuñe la azada, que da vigor y frutos.
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Que la flor, cual la espiga, cumple bien su destino.
Dejadle con sus sueños de ideal impoluto,
modular sus canciones sin cesar: es su sino!
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1924
Del libro: Poesías Líricas, Introflorescencias
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