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Como en los cuentos de hadas,
rumbo sur de mi imaginación
una princesa buscaba,
un paraíso de pura ilusión.
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Busco en tierras lejanas
y en extraños sitios de oriente
seria su búsqueda vana
del algún reino inexistente?
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De pronto su espléndido coche
detuvo su rauda carrera
cuando vio en la cordillera
la que de América es broche.
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Viose un verdor de praderas,
de cielos azules, igual que sus mares,
que banaban su par de caderas
tal cual el progreso bordeaba sus lares.
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Era mi patria querida
la que la princesa hallo
lloraba tan adolorida
pues muy muy lejos estoy yo.
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Pero al ver bien a su alteza,
en sus ojos vi un fulgor,
y del Don de su realeza
fue surgiendo un tricolor.
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Se convirtió en mi bandera
aquella princesa bella
y una mirada certera
clavaronme dos estrellas.
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De este raro sortilegio
mi nostalgia forma parte,
pero, logre el privilegio
de en mis sueños contemplarte.
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Que bella estaba mi enseña,
en la cumbre del Ancón,
allí flamearas istmeña,
allá, y en mi corazón.
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