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De tu cola a tu hocico
cuántos mundos anudaste:
¡tan gigante hazaña hilaste
en perímetro tan chico!
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Quisiste en hogar de lata
amar un perro celeste:
¡tu sueño no se hizo agreste
donde la muerte nos ata!
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Los niños alzan su espera
desde el juguete de antaño:
¡no creen que se caiga el año
sin remontarse a tu esfera!
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Los sembradores te miran
con su redonda esperanza:
¡piensan la nueva labranza
sobre la luna y... suspiran!
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Pero Laika, viva o muerta,
ya mordiste un caro anhelo:
¡orillar de cielo a cielo
tantos soles en tu huerta!
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Acá en tierra hacemos lazo
común buscando tu huella:
¡por cada lampo de estrella
subiremos a tu abrazo...!
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Del libro: Epístola Sideral
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