|
Oh dulce hogar! Oh templo consagrado
Por el amor, la paz y la armonía
Al sér humano que en el bien confía
Y cumple sus deberes abnegado.
|
Para el viajero ansioso y fatigado
Tienes el néctar que libar ansía;
Y clara luz que nos conforta y guía
De la existencia en el vaivén porfiado.
|
Cuando al arrullo del caliente nido
Al sér envuelve celestial fragancia
El corazón se ensancha enternecido;
|
Y ni el poder de galas revestido,
Ni los goces del mundo y su abundancia
Son preferibles al hogar querido.
|
Del libro: Ritmos Melódicos
1920
|