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El Sol bajo las ondas escondía
Su cortejo de nubes y colores,
Y entre espumas de nítidos albores
La Luna majestuosa aparecía.
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Toda una historia terminó ese día!
Nueva Virgen de plácidos amores,
Entre laureles y preciosas flores,
Al cariño del mundo se ofrecía.
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Sopló el terral su voluptuoso aliento,
Las aves entonaron sus cantares
Y modularon su más dulce acento!
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Del la alma Libertad en los altares
Levantó su estandarte al firmamento
La señora sin par de los dos mares.
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Revista El Heraldo Del Istmo, No. 44
Publicado el 3 de Noviembre de 1905
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