Oh! dulce Virgen María
Madre del Amor Hermoso!
Un morbo lento y penoso
me turba sueño y reposo
noche y día.
Si cual dicen, Madre mía,
es don grato al cielo el llanto,
luzcan como pedrería
mis lagrimas en tu manto
bajo el cual me acojo en tanto
se prolonga esta agonía.
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Si el dolor la carne doma
sufra este cuerpo mortal;
y cual de blanca paloma
al lanzarse al sideral
espacio, el sol, cuando asoma
irisa el níveo plumaje,
la Fe, que es sol inmortal,
vierta luz y esparza aroma
sobre el alma, alba paloma
inmortal.
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