Dos Cantos, a Panamá la Vieja
- b) En la floresta,
por Nicolle Garay
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Arboles seculares que vio mi trisabuelo
Salud! Salud a ti, majestuosa floresta!
Dame propicia sombra mientras yo palpo el suelo
en que mi gente hispana durmió más de una siesta.
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Tú me hablas de las danzas ritmadas con vihuelas
de unas antepasadas de juventud inquieta,
que no supieron nunca de libros ni de escuelas
y usaron la mantilla trabada en la peineta.
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Tú a mi oído rumoras, si el vendaval azota
en la nocturna calma tus amplios abanicos,
las trágicas leyendas de aquella edad remota
en que eran españoles los pobres y los ricos.
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Bajo tus verdes frondas chocaron sus espadas
los nobles castellanos. Aquí el galán de marras
pagó con sangre joven las coplas entonadas
al pié de una ventana y al son de las guitarras.
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El sol que hace tres siglos caldeó tus praderas
sigue vigorizando la savia de tus plantas;
pero las que hoy te admiran son gentes extranjeras
que no entienden la letra del himno que les cantas.
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Los pocos que han quedado guardando tus laureles
están desconcertados ante invasión tan fuerte;
mas siguen en sus puestos como unos perros fieles
y de sus puestos solo los quitara la muerte.
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Salve floresta hermosa…!Salud, tierra bendita
que henchiste la semilla de la hispana bravura!
Centuplique las fuerzas de mi voz pequeñita
tu eco, al acogerla en medio a la Natura!
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