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Improvisado oyendo el último
estertor de un paciente muerto
en el Hospital Panamá a las
tres de la madrugada del 10 de
mayo de 1928.
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Aquí estoy, a dos pasos de la muerte!
un cadáver, tabique de por medio,
me predice que vano es el remedio
que absorbo si ya echada esta la suerte.
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La labor que en el día me hace fuerte
cede, en la noche, su lugar al tedio.
Huye el valor y a la enfermera asedio.
Vuelvo a luchar hasta que yazgo inerte.
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Dime! Oh Cristo! si es mía la victoria,
si al mundo volveré, de vida llena,
a continuar con brío la jornada!
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Ay!, el humano es víctima ilusoria
del ansia de vivir que lo encadena
al ansia de saberlo: todo o nada.
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