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A mis hermanos Narciso y Mercedes.
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Y en el espacio, súbito, apareció a mi vista
bañado en resplandores de aurora boreal,
mi Padre; dialogaba con el Evangelista
que idealizara el numen de su genio inmortal.
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Vio en un cielo de vagos reflejos de amatista
las vidas de las vírgenes del valle terrenal
y, tras de escoger mucho –cual Padre y como artista–
una tomó consigo de albura sin igual.
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Tornó a volar mi Padre. Voló también el Santo
a otro cielo de púrpura; y yo vi con espanto
cuál de un varón la vida sacaron de un crisol;
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y uniéndolas mi Padre bendijo las dos vidas.
Huyó mi sueño; empero, mañana hallará unidas
vuestras dos existencia, al levantarse, el sol.
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