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La casita era de macano y de roble;
sus vigas eran de pino y sus tablas de cedro.
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¡Todo era algarabía!
Las risas de los niños caminaban desnudas;
y las vacas mugían llamando a su ternero.
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Así era la casa solariega.
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Pero...,
una tarde de polvo y aguacero
todo se vino abajo...
El viejo que cuidaba,
con su cachimba, se fue muy lejos
y nos dejó muy solos
viviendo en el recuerdo.
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Del libro Una Rosada Estrella en la Vendimia, 1969
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