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Te amo, amigo, sin límite, sin sombra;
con todas las potencias del espíritu
infinitamente.
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Te amo con la sangre, con todos los sentidos,
con delgadez fluvial en la palabra,
con el cerebro pleno de tu luz sin dobleces.
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Te amo con la voz eco de tus anhelos,
con la mano que se hace de seda a tu contacto.
Tu presencia absoluta, principio de mi vida,
evidencia con creces la realidad del mundo.
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Eres, amigo mío,
todo lo que hay de positivo, de ilímite, de cierto.
Se nutren en tu ser el Amor, la Verdad y la Belleza.
Por ti la noche cuenta sus ansias siderales,
canta el mar su epopeya milenaria,
se desmaya de amor la blancura de un lirio...
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Todo impulso vital te rinde su homenaje:
halaga tu pupila
el río, con su azul
logrado por la dulce armonía de las aguas y el cielo.
La aurora se engalana de rosas encendidas,
y los pájaros trinan para alcanzar tu oído.
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Por ti mi corazón comulga con las flores.
Vivo por un anhelo de ti, que se prolonga
en todas direcciones: sol interior, sol pleno,
nacido de tu amor para tu amor sin tiempo.
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Te amo, amigo, con todo lo que la vista alcanza,
con todo lo que sueña la mente enamorada,
con todo lo que integra mi total existencia.
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Del Libro: Holocausto de Rosa
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