Segundo Memorial Interior, por
Pablo Menacho

Cuéntale que el frío se estableció aquí
al fondo de los ojos,
que era el invierno
un aullido nocturnal en medio del silencio,
este sumiso silencio
que trajo el temor a los ruidos extraños
que se filtraban
desde afuera,
que alcaravanes como sombras
desfilan en el instante de los recuerdos,
porque acá todo es oscuro,
sombríos túneles
donde
se agita la noche
en huidas hacia el tiempo.

Dile que estoy triste,
que en esta ciudad todos los hombres
son tristes,
que llevan sus miradas bajas
persiguiendo las huellas de sus pasos
y no han conocido de alegrías,
dile que quisiera sonreír,
pero no puedo,
porque hay un dolor impotente
en las calles
de este lugar
que habito,
que hay cuerpos que reclaman vida
en estos zaguanes pestilentes
y abandono monedas
en las manos de un mendigo.

Dile que aquí
el tiempo es un hecho clandestino
en el fugitivo refugio de la brisa,
que ha ido poniendo arrugas
en las frentes de los hombres
al amparo entero de la nostalgia,
esa nostalgia
que vino con el frío de este invierno,
de este mal deseado invierno.

Dile que pesa el llanto
en estas avenidas solitarias
donde una avería de morteros
impuso su dominio terrorista,
que una multitud de palomas blancas
elevó un vuelo emigrante
hacia el mar
un día de tormenta.

Dile que no han vuelto a sus sitios
tristemente deshabitados
desde entonces.

Dile que no he conocido
el planeta solar
que hay sumergido en su sonrisa,
el blanco país nórdico que habita,
pero que aquí
un clamor latente
lo ha ido desnudando en la neblina
y no es blanco
sino umbrío como las puertas
que he tocado.

Háblale de todas estas cosas
que hoy concurren con el frío
y tal vez al final
no le digas nada.

Del libro: Re / incidencias