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Las normalistas son blancas como un pueblo de azucenas,
como un pueblo de palomas y una cúpula de estrellas.
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Los caballos de la luna dejaron sobre la arena
sudor de nácar y plata con lagunitas de higueras,
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y seiscientas niñas niñas, como seiscientas muñecas,
tomaron agua de luna para vestirse de estrellas.
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Las normalistas son blancas,
blancas de risas ligeras.
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Cuando van subiendo el llano
van sembrando una quimera.
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La tarde se va poniendo
detrás de las cabelleras,
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con anillos de sardinas
y con nubes de cadenas.
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La tarde se va llorando.
La tarde no quiere verlas.
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Cuando van bajando el llano
van quitando las linternas.
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El llano queda gimiendo.
El llano quisiera verlas.
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Cuando van subiendo el aire,
aire de luz, luz de idea...
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¡Cómo va quedando el cielo
tupido de madreselvas!
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Y la voz se va quedando
música dentro la Escuela,
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cuando las seiscientas niñas
sus cansados ojos cierran.
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La noche las hizo blancas como blancas lunas nuevas,
como los sueños del monte se hicieron agua en las tejas.
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La noche de manos suaves con madrugadas de seda,
las hizo de caras blancas y de negras cabelleras.
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Las normalistas son blancas como un pueblo de azucenas,
como un pueblo de palomas y una cúpula de estrellas.
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Del libro: Punto ‘e Llanto. 1948
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