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Los niños somos como las flores
que dan su aroma
al dulce viento que besa el raso
de sus corolas.
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Los niños somos como la arcilla
que guarda huellas
de aquellos dedos tiernos y suaves
que la modelan.
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Maestra tierna, maestra buena,
tú eres la brisa
que con dulzura mi mente airea.
Tú eres la mano del alfarero
que diestramente
mi almita blanda
hábil modela.
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Nunca en la vida podré olvidarte,
dulce maestra,
pues tu recuerdo,
hondo, indeleble,
grabado en mi alma
por siempre queda.
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Del Libro: Versos Para Niños y Por Los Caminos
De Un Apostolado
A mis hijos y a todos los niños
de mi patria, con todo mi fervor
de madre y de maestra.
Hersilia Ramos de Argote
Julio, 1950
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