El monstruo, el monstro siempre
saboreando helechos y doncellas
dentro y fuera de nuestros corazones.
Por todas partes su tricolor plumaje arrastra
y el garfio de sus uñas descabeza
al tutelar maíz y la energía
que enciende los jazmines y al guineo
viste de oro y regocijo.
Aquí nuestra agua roba, allá la azúcar,
el petróleo, el estaño, la bauxita y el cobre
destruyen, por doquier, sus fieras fauces.
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