Hay convulsiones que el espíritu
siente crecer en sus vigilias
e igual que un fuego que no arredra,
la paz devoran y el tranquilo arcángel
que sin cesar nos duerme. ¡ah de esta angustia
cuando la espada escinde los raudos colibríes
y el vendaval descorre en las techumbres
su amarillenta efigie de pavor herido,
porque los héroes se levantan
de las antiguas tumbas y las divinidades
se coronan con pétalos mortuorios!
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