PanamáPoesía.com

Presentimiento (Paseo),
por Héctor Collado

"No es fácil vivir con una patria abierta y con el enemigo conspirando a 500 metros de donde duermes"

                                    M. Orestes Nieto

I
Llegas a casa fatigado medio muerto
envuelto en una estúpida niebla de interrogantes
y te duele el interior de las cosas más simples
la mugrosa soledad, el desencanto de las calles
llegas con tus pasos llenos de huellas
y preparas la bicicleta, te abotonas los pedales
como dos alas hechas para el vuelo
aseguras el manubrio
y te llaman los muertos
te llevan por el apellido
te arrastran por los nombres...

II
Hundiendo los pies vacilantes en la tierra
vas devorando con criminal velocidad
las negras avenidas del barrio
habitado de perros y maleantes
de prostitución y miseria
que se va quedando atrás atrás...
y se duerme en su bullicio.

III
Y todos los odios, las piedras, los recuerdos
van siendo acumulados por los dientecillos
de la rueda delantera de la bicicleta anciana desteñida
que tus hermanos menores se reparten
como un pedazo de pan desesperado
en medio del disgusto y la pelea.

IV
No miras hacia atrás
temes que al volver la mirada, las manos, las entrañas
hasta la realidad
ese olor a sudor añejo te convierta en pálida estatua
y la pereza de morir te muerda antes de culminar
tu paseo por las rectas avenidas de la todavía
Zona del Canal.

V
Y aceleras —clic-clac- clic-clac-
y tus ojos olorosos a orgullo
vuelan a los cerros coronados de banderas
y te sientes poderoso
con tus 135 libras
(todo un hombre de leche y sangre carajo!)
sobre el brioso corcel metálico
devorando el asfalto.

VI
En la playa embarrada (como una mala pintura)
de grotescos pájaros y furibundos cangrejos
de oscuros pescadores y temerosas embarcaciones
te detienes a mirar el principio
con un miedo especial que te consume
y observas la línea verde del fuerte amador
llena de misteriosos y suculentos mangos
por los que nos colgaron tantas veces de las manos.

VII
Y con el clic-clac lastimoso diriges el vuelo
hacia el puente que une cielo y tierra
océano y océano, vida y muerte, razas y pueblos
en su dormida sangre
y giras la primera calle a la izquierda
(el camino es el de la izquierda supones)
y te dejas llevar por el viento
sin sol, sin luna, sin brújulas inexactas
señalando fronteras.

VIII
La vida se hace poca para atravesar al mundo —piensas—
en los momentos en que tus ojos llenos de sorpresa
se detienen junto al pálido monumento al "centenario"
(cuando frágiles manos indagaron en el corazón de la patria)
de la sangre europea y antillana vestida de sal
y de desconocidas y ardorosas fiebres
colgando orientales por los moños
y de los cuartos de inquilinato
donde un olor a muerte estornudó alguna vez
muchas veces
desde cuando se empezó a borrar el concepto
libertad de los mercenarios diccionarios.

IX
En zig-zag ininterrumpido, desesperado
te desbocas, mientras con las puntas de
sus dedos verdes te saludan las solas palmeras,
se muestra la bahía abierta desnuda
de brazos y piernas al mundo
el puente de las américas (de la soledad de la
muerte de las intervenciones)
a lo lejos la ciudad de Panamá como cristiano bondadoso
con las manos extendidas, abiertas
y las mejillas morenas decididas a recibir bofetadas.

X
Te detienes a mirar el cielo que se quiere caer al mar
y sientes que esas soledades juntas te muerden
y duele el sabor de enfrentarse cara a cara
a las violentas, amenazantes y plateadas
alambradas que te gritan que aún la soberanía
tiene un límite que corta
que las lágrimas de atlapa son pocas para lavar
toda la suciedad que pesa sobre nuestra bandera
y te escupes (no puedes aceptarlo) te entierras
las uñas en la carne por que no puedes llorar (no aún no).

XI
Subes a la bicicleta como un pedazo de músculo
derrotado, levantas el conformismo triste al suelo
y te confortas diciendo que sólo es un instante
necesario para que la libertad brote de su cáscara
como fruta sagrada
pero eso no te convence, no
te arde en la garganta al temeroso "se puede pasar"
de las garitas
mientras sudas impotente bebiendo tu propia rabia.

XII
Aceleras y llegas a tu chorrillo olvidado de tiempo
abarrotado de su fundamental esperanza
su marcada incertidumbre
miras hacia atrás y nadie te ha seguido
pero el presentimiento dura toda la tarde
toda la noche, toda la vida
porque la muerte te vigilará siempre por algún agujero.


Publicado en: Revista Cultural Lotería. No.318-319 (septiembre-octubre, 1982). Lotería Nacional de Beneficencia, Panamá, 1982.


Atras
Inicio
Adelante

Inicio | Poetas | Poemas a la patria | Himnos | Niños | Historia | Libro de visitas

Participar

Todos los derechos pertenecen a los autores y/o a las editoriales. Prohibida la reproducción con fines de lucro.

Si quieres apoyar a los poetas y escritores panameños, compra sus libros.

Para comentarios y sugerencias. Pulsa sobre el icono para enviar un correo al administrador del sitio Sugerencias a Francisco Palacios Coronel