I
Al borde de la tarde
cuando el silencio crece
y limita la libertad
que habita en la garganta
te encontré
—alternativa de la angustia—
pálida como la bandera
de todas las aspiraciones humanas.
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II
Aquí, contigo, en ti
sobre tu cuerpo escribo,
trazo increíbles garabatos
con la vara del recuerdo.
Con las sílabas de mi carne
describo descabellados actos
aprendidos de memoria
a flor de calle
y apenas alcanzo a descubrir
el infierno que arde en tu boca.
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III
Entre absurdos obstáculos
emerge el grito de luz
de mi costado herido
por donde caben
la sed
el silencio
la soledad
y los recuerdos encendidos.
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IV
Busco afanosamente las puertas
de un cielo seco,
ausente de signos
y sólo consigo
reinaugurar la bofetada,
el labio partido
y un rojo panal de incredulidad
gritando al viento.
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V
Cuando el amor decrece
y no hay razón para creer
en la verdad, ni fuerzas
para denunciar mentiras;
cuando la paz se cae
cubierta de cicatrices
y la amenaza enarbola su bandera
y la esperanza se viste de duelo;
cuando no queda más que el miedo
y la carne dispuesta
y el disparo al acecho
la muerte es la mejor alternativa.
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VI
En una tableta de tiempo
caben todos los recuerdos,
todos los días enmarcados
todas las flores de madera
des ho ja das.
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Del libro: Trashumancias.
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