Estarás allí hoy, mañana y siempre
durmiendo bajo un cielo de cristales
abajeño atalaya de corsarios
broquel de los tesoros ultramares…
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Tu torre gris, clavada en barlovento
sin tus campanas regias, señoriales,
duerme extrañando mil amaneceres
y el boato de las cortes imperiales...
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Te golpearon la furia de los vientos
bombardas, arcabuces y metralla
el duro y torvo llanto de las olas
y la horda de piratas mercenaria...
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Presente estás, augusta entre las ruinas
con tus glorias, cenizas y tristezas
añorando tesoros y bajeles
los girones de historia y de leyendas...
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En tus murallas, siempre solitarias,
la muerte silenciosa apenas mira
los restos que entre frondas se levantan
cansados por los turnos de vigilia...
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Torre ya cuatro veces centenaria
que en cada piedra del pasado huella
la riqueza y el oro y la pujanza
de la muy noble y leal ciudad istmeña...
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Estarás allí hoy, mañana y siempre
desafiando a los años, siempre altiva,
torre de ayer, de Panamá La Vieja,
Torre del tiempo, sobre el tiempo erguida...
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del libro: De luto visten las albas
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