¿Será la cueva inaudible donde mis espantos tejen los vendavales de mis pasiones fortuitas donde se encuentra aquella mirada de ángel enjaulada tras los barrotes de la piedad?
Desde que camino por la ribera entre las piedrecillas con las rodillas llenas de muecas
Muecas que desde temprana edad con su atavío de mentor me muestra la disimilitud entre la valentía y la obstinación.
Cuanta inclemencia en el paso del tiempo, como una jauría de lobos sedientos de sangre
Apostando cual de mis desavenencias firma en el salón de la fama de mi orgullo la santa petición
Y si bien he adornado con guirnaldas y con las más preciosas flores de loto los preludios de mi precoz orgullo
Desnudar el alma… ¡es la gallardía de los gitanos!
He lanzado mil veces, mil días la saeta de la amargura a la serenidad del sol
Esperando que el colibrí pose sus alas sobre mis flores marchitas
Sin embargo la vida me ha abierto los ojos y escupido adentro desde cada ángulo posible
¡tierra, tierra de mis dolores, tierra de mis pasiones! Cambiaria las cuatro estaciones por un día sin nombre, cubierto de entero de almíbar.
En la cima del escapulario los fieles siguen atónitos las dulces palabras del carpintero
Como cada riachuelo del mundo busca el solaz del mar.
De tal modo he buscado yo una redención a la resequedad de mis sentidos
Cada mañana cuando la flauta mágica de la vida abre nuestros 3 ojos a contemplar el aire que nutre esta existencia, la brisa, el polvo y la esencia de la magnífica plenitud que nos embriaga
Tendría yo la misma interrogante, el balneario donde se aposentan los holocaustos
El manto perdido de Magdalena, el momento preciso cuando el rocío moja la hierba
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