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Casa vacía,
por Alex Mariscal

          “Yo lo que quiero es que pase algo,
          que me muera de veras
          o que de veras esté fastidiado,
          o cuando menos que se caiga el techo
          de mi casa un rato."

                     Jaime Sabines

1.
He pensado entera la noche.
No tengo un perro
a quien ver mover la cola.

No tengo loro ni gato.
Nadie me habla frases repetidas;
nadie, tampoco
me rosa susurros
por las piernas.

Por mí pasa la noche.
Buses noctámbulos me abandonan.
He estado aquí mirando el techo
inútilmente tratando de acallar mis voces;
un raro salitre en el aire
me impide cerrar los ojos.

Por mis pupilas se desliza
una madeja de calles;
una serpiente de ladrillos.

Por mí deambulan pasos de noches blancas.
Las córneas de mis pies
se cubren de arcilla.

Me he tragado la noche
en dos jarras de cerveza.
Dejo tras de mí
todas las puertas cerradas.

Tras las ventanas,
hay gente que desecha
el fruto de la noche.

Yo los he visto
mirar a sus perros cuando mueven la cola,
o en los corredores
rociando rancios orines a sus flores.
O simplemente en sus camas
quitándole telarañas a sus lenguas.

Estoy solo
alimentando los musgos de la cuadra,
puliendo las aceras.

La calle está harta de mí
y yo de ella;
pero no me acostumbro al encierro
de cuatro paredes.

Mucho Menos
verme obligado
como ellos
a murmurar solo
(del amor o de la guerra)
a estas horas de la noche.

“Los niños lo vieron llegar
como un barco y lo arrastraron por la playa... Un adulto
descubrió que era un muerto enorme. No cabía en ninguna
casa. Todos concordaron en que debía llamarse Esteban."
El ahogado más hermoso del mundo,
Gabriel García Márquez.

2.
Tengo un hijo
que vino del mar,
lleva el nombre de el
“ahogado más hermoso",
Se llama ESTEBAN.

La casa siempre resultó pequeña,
se hicieron ventanales,
se alargaron corredores
pero ESTEBAN siempre fue
demasiado grande.

Ya lavado
y cortado el ombligo,
se puso de pies,
y le hizo fintas al abuelo.
A pocas horas de nacer
ya ESTEBAN hablaba
como cualquiera de los viejos.

Andaba de un lado al otro
dando al descuidado
cachetadas en la cara.
ESTEBAN siempre fue como cualquier Esteban,
sin embargo,
sólo a él
le ajusta
perfectamente el nombre.

ESTEBAN ha dejado de crecer
Ahora se queda quieto,
por meses,
dentro de la sala.
Hasta parece un joven abuelo.

Una tarde dejó de moverse,
Por medio siglo se hizo el muerto.
Estuvo en una tina de hielo
envioletado con el frío de los muertos

Los galenos lo miraron
como a un pequeño;
se había reducido a un bultillo
en la nevera.

Tenía los ojos abiertos
como los muertos viejos.
La piel arrugada como los viejos muertos;
sólo mirarlo
le llenaba a uno los ojos de muerte.

ESTEBAN se mece
en la silla que le dejó el abuelo.
Nos canta canciones en varios idiomas.

Yo que soy su ancestro
cada vez menos lo entiendo.
Habla lenguas sueltas
siempre riendo.

Lo escucho,
eso sí,
con gusto,
en sus finos gestos.

Río y celebro sus bromas,
pero aquí en el recuerdo,
no entiendo a ESTEBAN.

Fue siempre tan grande
que es difícil encerrarlo
en la triste memoria.

Tan difícil como mantenerlo
dentro de la casa.

3.
Ya no quiero hablar de ESTEBAN.
Me recuerda a los muertos
que se van a una isla desierta.

No quiero hablar de él.
Me recuerda que la casa es pequeña
y que los mismos -nosotros encerrados‑
aquí, recorremos pasillos,
sin siquiera codearnos.

A veces oigo voces,
e imagino a mis hermanos
revisando corredores.

Nos asustan las voces
en una casa tan Pequeña.

El ESTEBAN del que yo hablo
tiene hermosas pestañas
que le bañan el rostro.
Cabelleras como árboles llorones,
esferas marinas por ojos.

Su voz nos envuelve
como sirena de barco ausente.

ESTEBAN, cuando quiere,
puede ser pequeño.
Se envuelve en su cama como un caracolito;
ronca viajando a recónditos mares.

Juega al escondite entre los riscos del sueño.
En la quietud podemos verlo
de pies a coronilla.

Como cualquier otro
su madre lo envuelve de sábanas.
Amanece
y vuelve a las aguas.

ESTEBAN tiene padres que son sus hermanos,
y hermanos que son sus padres.

La madre de su madre juega
a ser su tía
como si fuera la hermana de su hija.

No quiero hablar de ESTEBAN
en su ausencia.
Seguro,
corre lejanías.

Ya no quiero hablar de él
pues tendría que traerlo
a una estrecha caja de tierra.

También
porque siendo tan grande
ninguna mortal palabra
alcanzaría para nombrarlo.


Publicado en: Poesía Panameña Contemporánea (Antología 41 autores). Círculo Cultural Literario León A. Soto.


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