Volvió como si nunca hubiera vuelto.
La abuela decía que en el panteón,
a orillas del camino que nos llevaba al pueblo,
nos encontraríamos todos algún día.
Era la morada de los que habitábamos
esos parajes ocultos.
Y mi abuela seguía amenazando y señalando
el panteón, a orillas del camino.
Cuando decidió comenzar la espera,
a la orilla del camino
todos los pájaros murmuraron la tristeza.
Estaría sola, pero el abuelo la siguió
como siempre lo hizo.
Y mi padre también la acompañó
dejando once panes sin levadura.
Ahora,
recordando a la abuela,
sabemos que a la orilla del camino
un lugar para nosotros se acomoda.
Como si pudiéramos evitarlo/selección
Publicado en: Temas de Nuestra América, No. 132, febrero, 1993.