El poeta trata de anudar las verdades
que se sueltan en el tiempo,
trata a la muerte como a la amiga de enfrente
y la invita a caminar por las playas de la soledad,
a copular al amparo de la noche
y a robar secretos a la hechicera del pueblo.
¿Comprendes?
Aquí
miramos a la muerte y esperamos con resignación
la esperanza que nos queda.
Sí,
vamos, caminemos juntos,
frente al cementerio de ellos, de nosotros,
de los vivos que queremos justificar a los muertos
que nos han precedido, a los que llegaron, se fueron
y no volvieron.
Trata, el poeta,
de conversar con los mensajeros de la vida,
los idos sin retorno.
Es fácil tener miedo,
pero lograr enredarse con la muerte es cuestión
de tocarse las vísceras y luego
soltar la sonrisa.
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