El águila se ha ido por lo pronto.
Sientes las caricias de unas manos.
Se ha ido el sufrimiento prematuro
y algo falta donde sólo hay hueco.
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De todo aquel momento,
momento que acumula largos siglos,
sólo queda el recuerdo torturante.
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El hoy no es muy distinto al ayer.
La brisa antigua, bajo el árbol seco,
es tan tóxica como sólo tóxica es tu sed.
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¡Reconstruir, reconstruir el pasado!
¿Qué no entregas hoy que no te quieren bien?
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Hay obsesiones tan alucinantes,
que al tenerlas cerca, con el viento
—con el mismo viento antiguo—,
dejan de existir.
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¿Por qué, dime tú por qué?
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—Sólo es el Desierto.
—¡Cómo!
—El Desierto siempre es...
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(...con ala inquieta y loca sobre la mar se fue...) (7)
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Hoy, sin embargo, no puede ser ayer.
Acepta lo presente.
Recobra los espejos.
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(“Oh, no salgas, niño terco...”) (8)
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La misma imagen, el mismo clavo,
las mismas saudades de aquella vez.
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Yo no sé mucho acerca de dioses... (9)
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—¿De quién sabes, de quién, pues?
—De ti...
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Traje la horrible oscuridad temprano.
Vacías cuencas en el mundo vi.
Yo revelé el secreto de tu mano
y, con ello, verdugo mío fui...
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Hay una historia —extraña y triste—
que ahora —media edad—
—vecino de la muerte—
deberás contar.
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Hay una lluvia intermitente.
Diez años ha que no para de llover.
¿Para qué pedí la historia?
¿Qué haré con tanto tiempo?
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Las serpientes me persiguen otra vez.
Otra hora, otra mente, otra frente.
Y adentro: ¿cambió el niño, cambió el hombre,
cambió el cadáver que ahora es?
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In my beginning, in my beginning is my end... (10)
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O esto:
Но люблю мою бедную землю
Оттого, что иной не видал. (11)
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La misma tierra de la infancia me reclama.
Jamás conoceré otro mundo.
Seré el extraño, solitario, abandonado,
que no cabe ni se ajusta a las líneas de su ser. (12)
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¿Esperas que me sacie tu limosna?
Retrocedamos, oh, volvamos otra vez.
Debajo de los árboles —mañana de diciembre—
un niño escribe, amparado por la brisa.
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Un niño escribe sin nada, ya sin brisa.
un niño ampara ampara brisa brisa brisa... (13)
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¡Volvamos, diablos, volvamos otra vez!
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Panamá, septiembre de 1985
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- Un viejo recuerdo de una lectura infantil trae a la memoria la traducción de Carlos Obligado. La secuencia total del texto de Verlaine es: “Yo no sé por qué mi espíritu con ala inquieta y loca sobre la mar se fue...”
- Por lo visto, este verso pertenece a otro poema, inédito, del poeta y está incluido de manera arbitraria.
- En el original, el autor de The Waste Land dice: “I don't know much about gods”. La traducción dada evita la excesiva pedantería.
- La deuda con T.S. Eliot es innegable.
- Del autor de Piedra (1913), Mandelshtán: “Pero adoro mi pobre morada/ porque nunca en las otras moré”. Se conserva el ritmo anapéstico. (Trad.: P.C.V., de ruso).
- El poeta recuerda, no cabe duda, los versos de Mayakovski: “Y siento: yo, para mí, es poco...”
- La retrospección propuesta supone el regreso veloz de la memoria a los tiempos infantiles. Ello provoca, tal vez sin premeditación, que el poeta incurra en un desvarío emocional, patente en esta parte del poema.
Publicado en: Revista Lotería. No. 365, marzo-abril, 1987. Lotería Nacional de Beneficencia, Panamá, 1987.
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