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El Gran Vidrio (Secuencia polifónica) - II - Manchas indelebles,
por Pedro Correa Vásquez

El águila se ha ido por lo pronto.
Sientes las caricias de unas manos.
Se ha ido el sufrimiento prematuro
y algo falta donde sólo hay hueco.

De todo aquel momento,
momento que acumula largos siglos,
sólo queda el recuerdo torturante.

El hoy no es muy distinto al ayer.
La brisa antigua, bajo el árbol seco,
es tan tóxica como sólo tóxica es tu sed.

¡Reconstruir, reconstruir el pasado!
¿Qué no entregas hoy que no te quieren bien?

Hay obsesiones tan alucinantes,
que al tenerlas cerca, con el viento
—con el mismo viento antiguo—,
dejan de existir.

¿Por qué, dime tú por qué?

          —Sólo es el Desierto.
          —¡Cómo!
          —El Desierto siempre es...

          (...con ala inquieta y loca sobre la mar se fue...) (7)

Hoy, sin embargo, no puede ser ayer.
Acepta lo presente.
Recobra los espejos.

          (“Oh, no salgas, niño terco...”) (8)

La misma imagen, el mismo clavo,
las mismas saudades de aquella vez.

          Yo no sé mucho acerca de dioses... (9)

          —¿De quién sabes, de quién, pues?
          —De ti...

Traje la horrible oscuridad temprano.
Vacías cuencas en el mundo vi.
Yo revelé el secreto de tu mano
y, con ello, verdugo mío fui...

Hay una historia —extraña y triste—
que ahora —media edad—
—vecino de la muerte—
deberás contar.

Hay una lluvia intermitente.
Diez años ha que no para de llover.
¿Para qué pedí la historia?
¿Qué haré con tanto tiempo?

Las serpientes me persiguen otra vez.
Otra hora, otra mente, otra frente.
Y adentro: ¿cambió el niño, cambió el hombre,
cambió el cadáver que ahora es?

In my beginning, in my beginning is my end... (10)

O esto:
Но люблю мою бедную землю
Оттого, что иной не видал.             (11)

La misma tierra de la infancia me reclama.
Jamás conoceré otro mundo.
Seré el extraño, solitario, abandonado,
que no cabe ni se ajusta a las líneas de su ser. (12)

¿Esperas que me sacie tu limosna?
Retrocedamos, oh, volvamos otra vez.
Debajo de los árboles —mañana de diciembre—
un niño escribe, amparado por la brisa.

Un niño escribe sin nada, ya sin brisa.
un niño ampara ampara brisa brisa brisa... (13)

¡Volvamos, diablos, volvamos otra vez!


Panamá, septiembre de 1985

________________________________

  1.  Un viejo recuerdo de una lectura infantil trae a la memoria la traducción de Carlos Obligado. La secuencia total del texto de Verlaine es: “Yo no sé por qué mi espíritu con ala inquieta y loca sobre la mar se fue...”
  2.  Por lo visto, este verso pertenece a otro poema, inédito, del poeta y está incluido de manera arbitraria.
  3.  En el original, el autor de The Waste Land dice: “I don't know much about gods”. La traducción dada evita la excesiva pedantería.
  4.  La deuda con T.S. Eliot es innegable.
  5.  Del autor de Piedra (1913), Mandelshtán: “Pero adoro mi pobre morada/ porque nunca en las otras moré”. Se conserva el ritmo anapéstico. (Trad.: P.C.V., de ruso).
  6.  El poeta recuerda, no cabe duda, los versos de Mayakovski: “Y siento: yo, para mí, es poco...”
  7.  La retrospección propuesta supone el regreso veloz de la memoria a los tiempos infantiles. Ello provoca, tal vez sin premeditación, que el poeta incurra en un desvarío emocional, patente en esta parte del poema.

 

Publicado en: Revista Lotería. No. 365, marzo-abril, 1987. Lotería Nacional de Beneficencia, Panamá, 1987.


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