a Thelma Nava
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Un día hace sol y uno siente que el sol es uno y uno es el sol
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un día llueve
y las goteras caen desde los techos de rostros
abandonados
y nada sucede ni nadie es más ni menos que un simple vulgar
oxigenado terrícola
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el día de los sapos
nosotros nacimos en otra parte o tal vez no hemos nacido
y morimos simplemente al apagarse la lámpara de níquel
y activarse la sombra y la radioactividad de los besos ofrecidos
a oscuras
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un día salen nubes y sobre la calle se proyectan sombras raras
junto a la sombra natural del farol y la sombra vegetal del naranjo
después las nubes se cansan de estar jugando a las sombras
y se tiran en bandadas sobre la ciudad y lamen con la lengua
las sombras que han dibujado y las aceras dejan de soñar
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un día se oye un blues con ritmo de bach o un bach con ritmo de tuba
pero el saxofón palpita de cualquier forma sobre el cuerpo de papel
y pim pum se arremete furioso en la vagina y allí termina todo
un día se sucede a otro
llueve truene o relampaguee
y las calles las bocas y los autos
tienen el mismo color y el mismo gesto de empolvarse la nariz
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como si nadie las viera
pero nadie hace ni dice absolutamente nada
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un día hace sol y a mí me duele la cabeza
tal vez otro día cuando llueva
como ahora llueve
yo pueda salir a la calle a borrar las manchas transparentes
que me salieron un día en que nadie dijo absolutamente nada
y sin embargo
yo oí la voz del profeta.
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Panamá América Dominical, 17 de septiembre de 1967
Publicado en: Itinerario de la Poesía en Panamá, Ediciones del Centenario, 2003.
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