Nuestro lenguaje es parco.
Por ejemplo,
cuando decimos madre,
lo hacemos para indicar
un estricto sentido
de procedencia.
Siempre hablamos de gentes,
cosas y lugares
que subsisten mínimamente
en las palabras.
Publicado en: Revista Nacional de Cultura. N°. 78, abril-septiembre, 1977.