“El espíritu sin edad del esqueleto".
Lawrence Durrell
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Nunca pude recordar
dónde
y quién
me relató
la historia del niño
que metía el mar
en un agujero
muy muy pequeño
que en la playa había
Ese primer relator
no pudo saber
por dónde brota el mar
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Despacio
como si doliera
el auto
arrastró las hojas
que iban cayendo
cuando el poeta caminaba
con las manos cruzadas
a la espalda
y todos los sonidos
callaron
para él
porque había oído
la primera gota
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Asombrado
como la primera vez
retiró el dedo adolorido
y la maravilla
le llenó los ojos
porque el niño obtuvo
un millón de años
de experiencia
al
descubrir
el
fuego
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La ciudad
perdió el alma
escapada
hacia el mar
por un agujero
en la coraza
Hoy terminan
de reparar
la vía de escape
y la retocan de colores
para que luzca
igual que antes
para que parezca
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Parece vagancia
el ocuparse de la vida
en mínimas expresiones
como seguir con los ojos
la ruta
vacía
de las hormigas
Me han dicho
que sólo sin oficio
puede
pensarse
en
esas
cosas
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Miró las montañas
lejos
y las miró
muchas veces
hasta
que
no
supo
si las montañas venían
a meterse en sus ojos
o si éstos viajaban
a pasear entre los árboles
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Así crecieron las cosas
al unísono
con toda rapidez
y sin tomarse en cuenta
entre sí
las unas a las otras
de la misma forma
desaparecieron
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Se dedicó a espiar
la vida de los insectos
y no sabía nombrar
a ninguno
Ahora los llama
con voz muy baja
y
creo
que
lo
entienden
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Cuantas veces quiso
poner en sus poemas
la vida
ésta sacaba la mano
y la puerta de las palabras
nunca
alcanzó
a
cerrarse
y una tarde
cuando no dijo nada
y menos escribió cosa alguna
Fue entonces y sólo entonces
con
los
ojos
cerrados
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Publicado en: Revista Lotería, No. 215 (enero, 1974). Suplemento, Premios Miró 1973, Poesía y Cuentos.
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