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Canciones retorcidas V,
por Roberto Fernández Iglesias

“El espíritu sin edad del esqueleto".

Lawrence Durrell

Nunca pude recordar
dónde
       y quién
me relató
la historia del niño
que metía el mar
                en un agujero
muy muy pequeño
que en la playa había
Ese primer relator
no pudo saber
por dónde brota el mar

Despacio
          como si doliera
el auto
arrastró las hojas
que iban cayendo
cuando el poeta caminaba
con las manos cruzadas
a la espalda
y todos los sonidos
                  callaron
para él
porque había oído
la primera gota

Asombrado
como la primera vez
retiró el dedo adolorido
y la maravilla
le llenó los ojos
porque el niño obtuvo
un millón de años
de experiencia
al
     descubrir
              el
                  fuego

La ciudad
perdió el alma
escapada
          hacia el mar
por un agujero
            en la coraza
Hoy terminan
                        de reparar
la vía de escape
y la retocan de colores
para que luzca
igual que antes
para que parezca

Parece vagancia
el ocuparse de la vida
en mínimas expresiones
como seguir con los ojos
la ruta
       vacía
       de las hormigas
Me han dicho
que sólo sin oficio
puede
      pensarse
                    en
                           esas
                                   cosas

Miró las montañas
                     lejos
y las miró
               muchas veces
hasta
         que
                no
                      supo
si las montañas venían
a meterse en sus ojos
o si éstos viajaban
a pasear entre los árboles

Así crecieron las cosas
al unísono
con toda rapidez
y sin tomarse en cuenta
entre sí
las unas a las otras
de la misma forma
desaparecieron

Se dedicó a espiar
la vida de los insectos
y no sabía nombrar
a ninguno
Ahora los llama
con voz muy baja
y
    creo
         que
               lo
                   entienden

Cuantas veces quiso
poner en sus poemas
la vida
ésta sacaba la mano
y la puerta de las palabras
nunca
          alcanzó
                    a
                           cerrarse
y una tarde
            cuando no dijo nada
y menos escribió cosa alguna
Fue entonces y sólo entonces
con
     los
         ojos
               cerrados


Publicado en: Revista Lotería, No. 215 (enero, 1974). Suplemento, Premios Miró 1973, Poesía y Cuentos.


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