Cuando te escribo un verso
el pobre no cabe de contento.
Corre por el papel, se detiene, me mira,
salta,
quiere significar todo el misterio de la carne,
cómo suda.
Yo lo comprendo porque también te quiero
y sé lo que es el gusto de quererte.
El lo sabe
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y quiere hacerse más poema para ti.
¡Parece un niño!
Cómo amo tu verso, Olivia;
él quiere decirte algo que no puedo,
quiere ser un farol para tus pasos,
contarte las cosas de la vida
y decirte con mi boca que te ama.
Los dos sobre la tierra
vivimos para ti, con fuerza, cada día.
Pero, ¡ay!, mi vida, a veces tengo miedo
que te ame un poquito más que yo.
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