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Agustín del Rosario
(1945-2010)

Agustín del Rosario - Foto Biblioteca Nacional

Nació en la ciudad de Panamá el 20 de mayo de 1945. Egresado del Instituto Nacional. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Panamá, obtuvo la Maestría en Culturas Orientales en el Colegio de México, y Maestría en la Universidad de Gainesville, Florida, Estados Unidos.

Fue Decano de la Facultad de Comunicación Social, Director y Profesor de la Escuela de Periodismo en la Universidad de Panamá y subdirector del Departamento de Expresiones Artísticas DEXA de la Universidad de Panamá. También fue docente en la Universidad Santa María La Antigua.

Como promotor cultural fue Director de la Revista Penélope, Productor de Programas infantiles en el Canal Once, Columnista por muchos años en los diarios Matutino, Panamá América y crítico de arte y cultura en la revista Siete.

En 1965 obtiene el Primer Premio en Teatro con la obra “El Alto y el Bajo”, en el concurso Octavio Méndez Pereira, de la Universidad de Panamá. En 1972, Primer Premio en los Juegos Florales de Quetzaltenango, Guatemala, en teatro con la obra “Los Bellos días de Isaac”. En 1972 obtiene el Premio Miró en la Sección Poesía con la obra “De parte interesada”. Mención de Honor en el Concurso de Casa de las Américas, Cuba, en 1973, con la obra “A veces esa palabra llamada libertad” y en 1975 obtiene el Primer Premio en teatro en los Juegos Florales de Quetzaltenango, Guatemala con la obra “El juego de todos los juegos”.

Agustín del Rosario fue poeta, dramaturgo, crítico de arte, periodista y profesor, su obra está dispersa en revistas y diarios nacionales. Falleció, en su residencia, a los 65 años, el 5 de agosto de 2010.

4. COMO VE EL DESARROLLO DEL TEATRO PANAMEÑO EN LOS ÚLTIMOS 15 AÑOS?
R. Es bastante irregular. En el sentido de que hay logros que luego no son continuados, sino que parecieran perderse y de pronto hay un año donde el quehacer pareciera ser importante, y es seguido por otro, dificultoso en cuanto a montajes teatrales. La década importante, en este sentido, fue la de los años '70, dentro de la cual el teatro universitario, pareció alcanzar momentos de extraordinaria calidad. Desafortunadamente, este tipo de teatro, que es el que "rescataría" esa imagen del teatro panameño, de la cual te hablaba, no continuó en ese nivel sino que se pierde. En estos momentos como que se recobra, dentro de la Universidad de Panamá, y ojalá y continúe en ese nivel de calidad y en ese marco de rendimientos. El mal común sin embargo, es la ausencia de la actividad teatral como una que forme parte cotidiana del acontecer panameño.
Debería haber, además de una verdadera escueta de teatro, cursos de teatro en los niveles de educación secundaria y primaria, y más grupos que definan el quehacer en Panamá. Estos aspectos, si uno los estudia con cuidado como que van desapareciendo en Panamá. Es extraño, pero así es.

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Agustín del Rosario
Entrevista a AGUSTÍN DEL ROSARIO por Bertalicia Peralta.
Publicado en: Obras de teatro de Agustín Del Rosario / Jorge E. Horna, coordinación. Imprenta Universitaria, Panamá, 2012.

Juicios críticos sobre el poeta

El lenguaje Como elemento manipulador en los textos dramáticos de Agustín del Rosario, José de Jesús Martínez y Jarl Ricardo Babot, por Bélgica Quirós-Winemiller

(Fragmento)

[…]

A. El alto y el bajo: los silencios de represión

El alto y el bajo de Agustín del Rosario obtiene el premio Teatro del certamen Octavio Méndez Pereira en 1965, pero no se publica hasta 1983 en Revista Imagen, revista de extensión cultural de la Universidad de Panamá. La trama de esta pieza de un acto desarrolla la historia de dos personajes denominados como el «Bajo» y el «Alto» que se debaten el poder del acto de hablar. Tres cuartas partes del texto se dedican a crear un intercambio verbal que no dice mucho, pero en donde se alude a que el Bajo es una especie de secretario que se dedica a redactar y editar los textos sin sentido del Alto.

El texto posee cinco instancias importantes en el juego lingüístico de los personajes. La primera es el establecimiento de la relación entre los dos personajes: el Alto es el elemento dominante mientras que el Bajo es el dominado. Esta relación se establece por el grado de control del lenguaje. El Alto dirige el diálogo con la mayor cantidad de palabras y el Bajo se concreta a responder con un "sí señor". La segunda instancia plantea la agresividad física del Alto para con el Bajo, puesto que éste no ha podido desempeñar su función de redactar correctamente. El Alto golpea al Bajo, lo tira al suelo, le pisa la mano, le presiona un hombro duramente y lo hace acomodarse en la posición de un "gusano". El tercer nivel elabora el parlamento más largo de la pieza. Aquí el Bajo lee un texto del Alto, sin puntuación ni sentido. Las repeticiones que fluyen como letanías, introducidas por la frase "Bienaventurados", es la cuarta instancia. En esta parte, el Alto, después de haberse cansado de oír la lectura de su escrito, se dedica a construir un discurso opresivo dirigido a aplastar al Bajo, discurso que aparentemente da la ilusión momentánea de alabanza. La última y quinta instancia plantea la reacción negativa del Alto de querer controlar el diálogo. Esta situación crea un ambiente de silencio que el Alto no puede soportar y que por lo tanto tiene que cambiar, haciendo que el Bajo se decida a tomar su lugar. Después de algunos intentos, el Alto consigue que el Bajo controle el diálogo. A este nivel, el ciclo de tortura lingüística se vuelve a iniciar. El Bajo toma el papel agresivo y dominante y el Alto se dedica a contestar parcamente con un "sí, señor".

Es interesante que El alto y el bajo desarrolle el tema del poder a través de una caracterización bien definida de tipos, que se evidencia desde el título del texto. La ritualización del dominio del personaje se constata de acuerdo a la longitud de los parlamentos que cada personaje elabora. El Alto domina el escenario por su tamaño, arrogancia, crueldad y por la efusión de sus ideas enmarcadas dentro de una tendencia absurdista. En contrapartida al desmesurado control del Alto, el Bajo se sitúa en una situación relegada y subordinada. La agresión en la obra se posibilita, más que físicamente, al nivel del lenguaje con una tendencia desfamiliarizante que cosifica o animaliza al débil.

Entre algunas de las estrategias lingüísticas utilizadas en el texto para silenciar al Bajo tenemos, en primer lugar, la concepción de que el diálogo entre los dos personajes es un diálogo normal cuando no lo es. En el acto de comunicación del Alto y el Bajo, el Bajo no manifiesta ninguna disposición o deseo de cooperación a lo que pide, cuestiona u observa el Alto, puesto que el Bajo no se encuentra en un nivel favorable como para interpretar lo que le dice su interlocutor (Bobes, Semiología 131-133). Lo explicado se observa en el siguiente ejemplo:

Alto:     ¡Una observación!

Bajo:     Discúlpeme.

Alto:     ¡Una observación!

Bajo:     Señor. (Pausa) No era una observación. (Pausa) Disculpe...

Alto:     Entonces cumpla con lo que digo y no malgaste el tiempo.

Bajo:     Sí, señor.

Alto:     No está aquí para hacerlo.

Bajo:     Sí, señor.

Alto:     No nació para hacerlo.

Bajo:     Sí, señor.

Alto:     No lo olvide.

Bajo:     Sí, señor. (90)

Como se puede apreciar en estos parlamentos, el Alto exige, por medio de preguntas indirectas, las contestaciones que desea obtener de su secretario. El Bajo se siente acosado por las represiones de su jefe y simplemente acepta lo dicho. Existen también casos donde la pregunta es explícita, pero que no obstante rompe con los principios del diálogo ya que el recurso de la pregunta no se utiliza como un medio para que el hablante intente aumentar su información sobre un tema determinado. Al contrario, la petición lleva consigo la información convirtiéndose en una pregunta retórica. Veamos este recurso en el siguiente ejemplo donde el Alto maltrata al Bajo:

Alto:     Es curioso. Parece un gusano. (Pausa) Otro animal que arrastra, siempre con el estómago y el rostro y las extremidades y el cuerpo sobre el suelo.

Bajo:     Sí, señor.

Alto:     ¿Te incomoda esa posición?

Bajo:     (Intenta levantarse) Sí, señor.

Alto:     ¡Quédate así!

Bajo:     Señor...

Alto:     Me agrada verte de esa manera.

Bajo:     Señor...

Alto:     (Presiona duramente un hombro) No te molesta, ¿verdad que no?

Bajo:     Señor... (92)

Este mismo fragmento ilustra el segundo mecanismo: el uso de expresiones denigrantes que cosifican y animalizan a Bajo. El Bajo, al dirigirse al Alto con el título de "señor", muestra su posición subalterna en la relación jefe/secretario. Esto, sin embargo, no es suficiente para el Alto. En diferentes ocasiones el Alto se refiere al Bajo como si éste fuera un reptil o animal, incapaz de emitir un razonamiento lógico. El texto está plagado de referencias al Bajo como objeto de consumo, cuya única función es desempeñarse como animal servil y máquina fiel a los deseos de su amo.

Un tercer recurso lingüístico de la obra es el uso de las letanías. Estas, precisamente por su carácter repetitivo, cumplen el rol de lavarle el cerebro y robotizar al Bajo para que no se rebele contra la autoridad. Lo descollante de los parlamentos del Alto en esta parte es observar cómo el personaje tergiversa lo que pretende ser una alabanza al débil para desviarlo hacia un discurso de sumisión:

Alto:     Bienaventurados los que temen y se alegran de temer, encontrando consuelo y deleite en la palabra.

Bajo:     Sí, señor.

Alto:     Bienaventurados los que son perseguidos y echados por tierra levantan el rostro y aceptan dos días de servidumbre.

Bajo:     Sí, señor.

Alto:     Bienaventurados los que perseveran porque el dolor les da vida y la esperanza los afirma sobre todas las cosas. (95)

Este juego conceptista consistente en la modificación de las "bienaventuranzas" bíblicas hace que las intenciones del Alto confirmen la actitud que debe desempeñar su súbdito. Según el mensaje, el Bajo debe temer, ser perseguido, ser tratado como servidumbre y aguantar el dolor para poder redimirse ante el Alto.

El tercer mecanismo es dar la sensación al espectador de que el poder enunciativo del Alto ha perdido efecto contra el Bajo. El Alto repite sin parar la misma expresión, dando la sensación de que se le ha acabado "la cuerda". El inusitado comportamiento del Alto tiene implicaciones de importancia en la trayectoria del drama, puesto que el truco de "disco rayado" va a inducir al Bajo a transformarse en el fuerte y seguir una conducta determinada por la traspolación de funciones. Frases como las siguientes se repiten veintidós veces en la misma página, seguida una de la otra:

Bajo:     Sí, señor.

Alto:     Y partidos, asentaron. (96)

Ante la expectativa del silencio, el Alto no puede concebir su relación con el Bajo en medio del silencio y decide contradecirse al pedirle al Bajo que hable. Esto es significativo si se toma en cuenta que durante tres cuartas partes de la obra, el Alto no ha dejado expresarse al Bajo y le ha dicho repetidas veces que no quiere hablar con él.

El intercambio de papeles se logra por: a) la concesión de la palabra que se expande en la autorización para que el secretario imite al jefe y b) en el traslape del poder que se constata con el intercambio del título "señor" tal como se ve en la siguiente escena:

Alto:     ¡No me llames señor! (Pausa) No soy el Señor.

Bajo:     Señor...

Alto:     Entiende de una vez por todas: el Señor eres tú, soy la otra cosa.

Alto:     Recuérdalo.

Bajo:     Señor...

Alto:     ¡Comienza!

Bajo:     Señor...

Alto:     ¡Vuelves a comenzar con lo mismo! (Pausa) ¿No entiendes? Tienes que hablar como yo. Te estoy dando la oportunidad de hacer las cosas que yo hago. (Pausa) Meterte en mi. Yo diré tus palabras ahora. (Pausa) Mira (Alto se desprende de si y entra al otro territorio) En un principio Bajo no advierte nada. Sonríe tontamente al ver los gestos de Alto. En uno de esos momentos Bajo advierte todo, Mira el por qué [sic]. En ese momento, sabe que lo hace por vez primera y última (97).

El juego metateatral visto en esta escena invierte las funciones de los dos personajes y por consiguiente intercambia el status de poder. En este plano, el Bajo asume el discurso de opresión, imitando las mismas estrategias discursivas de su amo. El Bajo representa ahora a su jefe, adoptando el modelo de codificación lingüística del fuerte. El Bajo inicia el diálogo de la misma forma como lo había hecho el Alto al principio del texto, con la salvedad de que los parlamentos que utiliza el Bajo demuestran una inteligencia numérica muy superior a la de su jefe. El Alto en la posición del débil no puede soportar el despliegue de inteligencia del Bajo. La venganza del Bajo consiste en demostrarle al Alto su capacidad discursiva y en hacer que este último se sienta inferior a su contendiente intelectualmente. El texto termina con la reiteración de las mismas palabras con que se inicia la obra, cerrando así la estructura circular que perfila la idea del poder.


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Artículo publicado en: Revista Universidad, IV época N. 57, Septiembre-Diciembre 1997
Fragmento del trabajo Teatro panameño (1970-1985): Estrategias de la competencia teatral, preparado por la autora para optar por el grado de Doctor en Filosofía (ph.D.). Arizona State University, mayo de 1989.



Obras de Agustín del Rosario

Título Año
El alto y el bajo. Premio Octavio Méndez Pereira 1965. Sección teatro. Imagen: revista de extensión cultural de la Universidad de Panamá . -- No. 2 (ene. 1983) . -- Panamá : Dirección de Extensión Cultural, Universidad de Panamá, 1983. 1983
Los bellos días de Isaac. Panamá, 1965. Primer premio en los Juegos Florales de Quetzaltenango, Guatemala. Sección teatro, 1972. 1965
De parte interesada. Imprenta Universitaria, Panamá, 1972. Primer premio en el Concurso Ricardo Miró. Sección Poesía, 1971. 1972
A veces esa palabra libertad; El juego de todos los juegos. Imprenta Universitaria, Panamá, 1976. Premio Casa de Las Américas. Sección teatro. Mención de honor, 1973. Juegos Florales de Quetzaltenango, Guatemala. Sección teatro. Primer premio, 1975. 1976
Arte erótico. En colaboración con Mónica E. Kupfer. Museo de Arte Contemporáneo, Panamá, 1981. 1981

Referencias

  • Del Saz, Agustín. Antología general de la poesía panameña (Siglos XIX-XX). Barcelona, 1973.
  • Miró, Rodrigo. La Literatura Panameña, origen y proceso. Litho-Impresora Panamá, S. A. Panamá, 1979.
  • Miró, Rodrigo. Itinerario de la Poesía en Panamá. Editorial Mariano Arosemena, INAC, Ediciones del Centenario, Panamá, 2003.
  • Horna, Jorge E. Obras de teatro de Agustín Del Rosario. Jorge E. Horna, coordinación. Imprenta Universitaria, Panamá, 2012.
  • Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. Archivo Vertical.


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