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De junquillo flexible mi sombrero,
camisa holgada de cotín listado,
pantalones de dril fuerte y tostado,
grueso calzado y cinturón de cuero.
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Cabalgo siempre mi corcel ligero
con el machete del arzón colgado,
y siempre gran afecto he profesado
a mi soga y montura de vaquero.
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Rudo soy, es verdad, porque han curtido
mi cuerpo un sol de rutilante llama
y el trajín de la hacienda en que he crecido,
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pero en mi pecho un corazón se inflama
que es todo compasión para el dolido
y todo amor para mi dulce dama.
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Soy poeta, no más, porgue este suelo
donde tranquila se meció mi cuna
es el florido "Valle de la Luna"
de verdes campos y estrellado cielo.
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Porque aquí he visto florecer mi anhelo
y, ¡oh dicha!, aun tengo para mi fortuna
una madre, amorosa cual ninguna,
que es el único don de mi consuelo.
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Y cantaré mientras que altivo alumbre
el esplendente sol desde la cumbre
del gran Barú hasta el inmenso llano,
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para decirle con orgullo al mundo
que no en sus glorias mi esperanza fundo,
que es mi gloria mayor: ser chiricano.
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