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Un silencio de tumba triste y hondo!
un silencio profundo que me crispa,
sin un rayo de luz, sin una chispa,
flota de mi cerebro allá en el fondo.
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Un cansancio cruel que me tortura;
un cansancio de todo y de mi mismo
y un anhelo letárgico de abismo
mi cráneo azotan con mortal pavura.
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Y en el vórtice horrible de esta hora,
cuando la mente en su telón decora
la magia de las rojas lontananzas,
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pasa el fantasma de mis ilusiones
portando una bandera hecha jirones
que fue el emblema de mis esperanzas!
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Un anhelo insaciable de infinito
me inyecta el corazón. Enorme anhelo
de perderme en la elíptica del cielo
con todo el esplendor de un aerolito.
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Un ansia de renombre que se inflama
en mi cerebro y que mis sienes quema;
el ansia de vibrar como un poema
o ser en el espacio un oriflama.
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Hermosa concepción santa y bendita
que allá en el fondo de la mente agita
el muerto mar de las desilusiones:
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Eres sueño fugaz, sueño sombrío
que en el desastre del anhelo mío
tremolas de una enseña los Jirones!
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Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº126 de 15 de mayo de 1913.
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