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No sé si confesarte que te quiero
o mis odios profundos confesarte;
ni me atrevo tampoco a despreciarte
ni a ofrecerte mi amor, grande y sincero.
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Que te amo y que te odio es lo que infiero,
lo único que puedo asegurarte.
Tanto te amo que llego ya hasta odiarte,
tanto te odio que sin tu amor me muero.
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Me dejas y te busco por mirarte,
me buscas y me escondo por no verte;
nuestro amor es un gran antagonismo,
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un amor que no puedo yo explicarte,
y no sé si olvidarte o poseerte
pues te amo y te odio a un tiempo mismo.
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Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº103 de 15 de enero de 1912.
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