|
Dedicada a don Julio Arjona Q.
como un testimonio de aprecio.
|
En el alma silente de la tarde
que agoniza,
flota un suspiro, y la cercana noche
borra el postrer crepúsculo que arde
del occidente en el rosado broche.
|
Tenue brisa,
con alas invisibles y ligeras,
juguetona abanica las palmeras;
y las aves
con suaves,
tiernos trinos,
alegran los caminos
por do vuelven los nobles labradores
al hogar donde cantan sus amores
las esposas,
en cuyos labios finos,
(frescas rosas)
encuentran lenitivo a sus dolores.
|
Un olor de violetas forma nido
en las copas movibles del ambiente,
y en la conflagración del occidente,
encendido,
todo rojo, a su antojo
pinta el sol mil figuras siempre extrañas;
gime amores el lago transparente
y cantan las cabañas
un himno psicológico que vibra
en la calma apacible de las selvas
que hace estremecer fibra por fibra.
|
Y, deja en su rastro refulgente,
desde el orto,
la rubia amante del monarca febo,
mientras bogan plegarias infinitas
en el glauco cristal del océano:
ese aborto,
Soberano;
Y vuelcan las sedeñas margaritas
sus ánforas de aromas que palpitan
en el alma genial de las que advierten
la marcha de los mundos que gravitan,
en la tranquila bóveda celeste!
|
Es la hora en que el mundo se adormece
y hay poemas de amores en los lechos,
y en los pechos
calla el dolor y la esperanza crece!
|
Es la hora sagrada en que Natura
se aduerme, y al son de los glaciales,
vagos vientos,
se yerguen como atletas medioevales
los lúgubres cipreses macilentos;
y de unas y otras viejas sepulturas
se escapan tristes notas de amarguras
y lamentos!
|
Es la hora de acecho, en que el avaro,
al más leve ruido
levantase aturdido
y las puertas observa con cuidado
de sus longevas arcas
que en silencio adora,
y do atesora
colosales riquezas
que critican
su traje denunciante de pobreza.
|
Es la hora feliz en que el espíritu
ebrio de inspiración remonta el vuelo
con sus alas de cisne a los espacios.
|
Es la hora en que las almas dánse cita
en la celeste cúpula infinita;
y en la gélida estancia de los muertos,
bañada por las luces de topacios
que vierten las estrellas,
dialogan, los que fueron, sus querellas;
y en la callada sombra
de las dormidas selvas milenarias
se quejan las eróticas plegarias
de algún amante que a su amada nombra!
|
Y, yo, sobre la pampa del recuerdo,
mudo ante la grandeza soberana
de todo lo que existe,
contemplo la famosa caravana
de los movibles astros
que filtran sus destellos en la noche.
|
Aspiro los perfumes, que en derroche,
me obsequian, en sus copas de alabastro,
los blancos heliotropos,
y lleno de ambición después medito…..
enjambres de ilusiones en mi mente,
con su purpúrea lumbre encantadora
anuncia alegre la rosada Aurora
el día que penetra por oriente.
|
Y, en el alma silente del paisaje
vibra un himno de dicha y de ventura;
y en el verde abanico del boscaje
se estremece y solloza la Natura!
|
Publicado en: Nuevos Ritos, Nº 66 y 67 de 15 de mayo de 1910.
|