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Natura te bendice y se estremece
de placer al sentir la fecundante
savia de tus caricias y el amante
beso que su vestuario reverdece.
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A tu paso benéfico florece
el despojado bosque agonizante,
y saturas la brisa de embriagante
rico perfume que salud ofrece.
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El ave te dedica la armonía
de su trino; todos te cantan y eres
símbolo de Juventud y de Alegría.
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Sólo yo en tu esplendor sufro infinito:
Siempre llegas….te vas….y nunca quieres
reverdecer mi corazón marchito.
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New York.
Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº 65 de 1 de mayo de 1910.
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