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“No podremos amarnos”, me dijiste,
“tu juventud otra ilusión reclama;
“no te enciendas, sacrílego, en la llama
“del cirio de un amor gastado y triste.
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“Sueñas con un ropaje que no viste
“mi ser, capullo enfermo que derrama
“su último aroma en el funesto drama
“de la continua bacanal”….Hundiste
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tu forma ágil y esbelta en mi regazo…..
Y del mutismo ardiente de ese abrazo
no surgió ni el acíbar ni el veneno
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que hallé en cierta alma de orgulloso rango
rosas fétidas hay que ignora el fango
y lirios que perfuman desde el cieno.
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Mayo 1910.
Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº 68 de 15 de junio de 1910.
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