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Para R. de Zayas Enríquez.
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De tu cabello con las trenzas blondas
quiero cubrir mis sienes, tengo frío;
es que hay invierno en el cerebro mío
de ocultas penas y nostalgias hondas.
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Sé buena, ven y estréchame, no escondas
la hermosa faz con trémulo desvío;
serás sepulturera de mi hastío
en este camposanto hecho de frondas.
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Une al salmo doliente de mi lloro
el ritmo alegre de tu ensueño de oro,
canta el himno de Amor, muéstrate humana,
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y que el incendio de tus labios sea
consoladora y peregrina tea
que da a la noche la gentil mañana.
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1910.
Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº 69 y 70 de 15 de julio de 1910.
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