|
Lo que has hecho es muy justo y lo esperaba;
conozco bien la sangre de esas venas
fuentes mortales de lujuria llenas,
sangre que te consume y que te acaba.
|
No me extraña, por tanto, la noticia
de tu nueva pasión; fuera en ti leso
crimen permanecer hasta el regreso
constante; necia y bárbara injusticia.
|
Pensaste serme fiel, triste quimera
que asesinó el bestial materialismo:
para la enfermedad de tu organismo
larga, muy larga la vigilia era.
|
Mas no eres, no, culpable ni perjura,
tu histérico, sensual temperamento,
te redime del loco juramento
pronunciado en un rapto de ventura.
|
Goza y calma tu sed en el inmundo
arroyo a que el destino te condena;
digna de compasión es la cadena
de lascivia que arrastras por el mundo.
|
Te equivocas al creer que me han herido
del alma en lo profundo tus amores,
y que en horas de acíbar y dolores
los minutos de ausencia has convertido.
|
A fuerza de los muchos desengaños
tengo insensible el corazón y yerto;
es para mí el dolor un lirio muerto
que he aspirado en el curso de los años.
|
Sabes lo que me duele? _Que vencida
caigas al peso del placer que mata,
lejos de mí, cuando la suerte ingrata
me impida levantarte en la caída.
|
Washington. __1909.
Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº 64 de 15 de abril de 1910.
|