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Pasa el encanto. . . . . Con potente brío
despierta la Materia y sus rugidos
desenfrenados ahogan los gemidos
que enfermo exhala el corazón vacío.
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Ya la copa se agota. . . . . . . ya el Estío
seca flores de aromas extinguidos,
porque amor que nació por los sentidos
muere de asfixia cuando no de frío.
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Hastiado el cuerpo se doblega en breve,
como un árbol cubierto por la nieve
cuya vida es un triste desacuerdo;
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y es en ese árbol de invernales galas
donde el alma después plega las alas
bajo el rayo de luna del recuerdo.
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1910.
Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº66 y 67 de 15 de mayo de 1910.
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