|
¡Oh corazón, en vano la constancia
de mi felicidad perdida imploras!
Niño y feliz partí _soy hombre, y lloras
porque al volver me espera la inconstancia.
|
Marchito está, marchito y sin fragancia,
el recuerdo tenaz de aquellas horas
nacidas a la luz de las auroras
que embellecen el ciclo de la infancia.
|
Y hoy que al golpe de horribles decepciones
el caudaloso río de los años
me arrastra entre los cierzos y aquilones,
|
sólo miro doquier rostro huraños….
¡Partí con un manojo de ilusiones,
y vuelvo con un haz de desengaños!
|
Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº 4 de 15 de marzo de 1907.
|