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Oh, pueblo santanero; pueblo de mi cariño;
Titán encadenado por su candor de niño;
baluarte de una Patria de enigmas y pasión;
estoico en la derrota, sublime en la jornada,
que ya presenta el pecho como una barricada
o ya en sus labios cálidos florece una canción.
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Pueblo de tradiciones y de hondas pesadumbres;
cuando anidaron águilas en tus altivas cumbres
tus madres y tus hijas sintieron su calor;
tu corazón se nutre de honor y de emociones
y es el crisol que funde tus nobles ambiciones
y las devuelve en gestas de fraternal amor.
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Tu sangre generosa cayó en tu suelo un día,
y fecundó en el surco tu santa rebeldía.
Y realizó el milagro del mirto y del laurel;
y en tu Parque-tribuna donde es trueno tu anhelo
tus almas enlazadas se elevan hasta el cielo
y escupes desde arriba la frente de Luzbel.
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Sigue en la lucha, pueblo trocado en campanario
donde los bronces gimen por tu largo calvario,
y vas tú como un niño de una quimera en pos;
y cada vez que llegas al templo de la historia,
con Santa Ana a tu diestra y a tu izquierda tu gloria
recibes en la frente la bendición de Dios.
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Guarda tu fe y espera digno cual siempre has sido;
canta como la alondra sobre el vergel florido
o místico y devoto musita tu oración;
recoge tu bandera de dignidad plebeya
y envuélvete en sus pliegues… Ya vendrá la epopeya
donde rubrique el rayo tu ansiada redención!
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Octubre de 1,965
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