Alondra que cantaste con tus estrofas bellas
la majestuosa pompa de nuestro Cerro Ancón;
en él, ya de tus pasos no quedan ni las huellas,
pero en tus versos vibra tu hermoso corazón.

La fuente del Chorrillo que en rítmica cascada
volcaba, cristalinas, sus aguas al caer,
la planta del extraño con su brutal pisada
secó su fuente pura para jamás correr.

Del cerro en las laderas no brotan ya las flores,
y huyeron de sus frondas los pájaros cantores,
sin árboles, sin nidos su cima se quedó;

y sólo en el silencio de la nocturna calma,
gemir se escucha triste la alondra de tu alma,
que al cielo, con la gloria, cantando se elevó.