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Rastros de arenas en fecundas playas,
huellas de sombras y perfil de estrellas,
franjan la luz de tu recuerdo virgen,
patria querida.
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Eres el ritmo del tambor que gime,
eres el fresco divagar del río
eres la risa de la chola ingenua,
patria querida.
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Llevo la voz de tu presencia verde
-ecos de mar y dialogar de palmas-
como el reflejo de infinitos cielos
llevan las olas.
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Eres clamor que se columpia en ansias,
sangre que sangra su rojez adentro,
cerco de insomnes centinelas grises;
cálida espera.
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Siento que esparcen sus cenizas leves
sueños de amor que la memoria oprimen;
siento que vuelven a tañer sus arpas
quejas de antaño.
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Eres la rosa del primer cariño,
eres el beso que a la novia hurtamos,
eres la estrofa repetida y triste
hecha con lágrimas.
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Mástiles fijos, velas prestas: nadie
rumbos precisos a mi sed viajera
porque en las playas de mi patria aguardan
seres queridos.
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Patria de ausencia, de recuerdo y rosa:
déjame asirte a mi retina nómade
para que nunca el corazón cansado
pueda olvidarte.
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